Actualmente, el impacto que genera una enfermedad crónica
afecta la calidad de vida de una persona y su relación con el entorno. Estas
enfermedades de progresión lenta y continua generan en la persona un deterioro
de las funciones del cuerpo, lo que conlleva al cambio de algunas tareas
rutinarias que afectan su estilo de vida y sus relaciones interpersonales. En Latinoamérica y en países como Colombia, las enfermedades
crónicas se han convertido en un grave problema de salud pública, al ocupar los primeros lugares de morbilidad y mortalidad en los perfiles epidemiológicos de
los países.[1]
Cuando una persona es independiente y goza de buena salud, puede realizar por sí mismo cualquier tipo de actividad de cuidado personal, sin embargo, cuando la salud y bienestar de la persona se ve comprometida y/o deteriorada, éste se ve obligado a contar con la asesoría total o parcial de una persona externa que le permita suplir sus necesidades y alcanzar su nivel de confort. Es así que el cuidador se convierte en un agente dinámico de sustento y cuidado, responsable en gran medida por velar en todo momento por su bienestar y seguridad, respetar su intimidad, generarle un ambiente de confort, en lo posible pedir la colaboración del paciente para motivarlo a apoyar la actividad y debe humanizar todas las tareas lo mejor posible, con el fin de aumentar la autoestima y comodidad del paciente.
Sin embargo, también existen pacientes sin contar con una condición crónica que poseen un nivel de dependencia alta o media, debido a una limitación física, contraindicación médica o en donde el levantamiento de la cama puede conllevar complicaciones o riesgos para el paciente, por lo cual necesitan un apoyo o asesoría a la hora del baño. Estos pacientes comúnmente son: Pacientes en estado de coma, pacientes en Unidades de Cuidados Intensivos o Intermedios (Así se encuentren conscientes, alertas y orientados y puedan movilizarse), pacientes con cirugías mayores (Cirugías de corazón, de cadera u otras en donde el posoperatorio inmediato deba ser en reposo absoluto), pacientes con amputación de miembros inferiores (En algunas ocasiones ellos solicitan baño en ducha pero por cuestiones de seguridad se prefiere realizar baño en cama), pacientes con cirugías de cabeza, pacientes con fracturas considerables en donde el yeso impida la movilización, pacientes en donde la movilización se encuentre totalmente contraindicada por orden médica (Por ejemplo mujeres con amenaza de aborto o parto prematuro), pacientes quemados, pacientes sépticos, pacientes con cuadriplejia, hemiplejia o minusvalidez, pacientes infartados de menos de 48 horas.
Las tareas de baño y como tal la higiene, constituye una tarea matutina muy importante cuando una persona se encuentra enferma en casa o está en un periodo de hospitalización, puesto que de esta manera el paciente puede tener hábitos de autocuidado y aumenta su autoestima al poder verse y sentirse bien consigo mismos y con los que los rodea. Igualmente permite a la enfermera o cuidador eliminar el sudor, células de piel muerta y algunas bacterias; estimular la circulación y producir una sensación de bienestar, puesto que mejora la moral, el aspecto y la autoestima; y permite al profesional de enfermería evaluar el estado del paciente, como el estado de la piel, trastornos físicos y erupciones.
Es así que la higiene constituye una tarea importante ya que es una de las actividades de la vida diaria que conlleva un gran valor (vanidad, mantener hábitos de higiene, verse y sentirse bien) y compromiso social (cuidado, responsabilidad, seguridad, mantener autoestima), se compromete la calidad de vida del paciente puesto que es un proceso incómodo que afecta su intimidad al encontrarse ésta expuesta, además de considerar que es denigrante debido a que se sienten inútiles.
De igual manera es una actividad que genera ciertas dificultades a la enfermera o cuidador debido a que el esfuerzo y la actividad se duplican, el movilizarlos sin ayuda alguna del mismo paciente es difícil puesto que el peso del cuerpo se recarga totalmente sobre la persona que lo moviliza, la fuerza requerida es aún mayor y es aquella que conlleva varias tareas de cuidado dentro de la misma actividad (vestir, bañar, masajear, mover, embellecer). Es un momento de conexión entre paciente y cuidador en donde se le entrega a la persona enferma un momento de relajación, cuidado y bienestar pese a su padecimiento. Lo que hace que las enfermedades que se encuentren en esta categoría de alguna manera generen una discapacidad física y social/momentánea o duradera que conlleva a algún grado de dependencia según sea el avance y/o la gravedad de la patología.
[1] Vargas Escobar, Lina María. (2010). Marco para el cuidado de la salud en situaciones de enfermedad crónica. Revista Investigación en
Enfermería. Imagen y desarrollo.(Versión Electrónica) Pontificia Universidad Javeriana. Volumen 12.
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